Fotografiar la naturaleza y viajar puede parecer un oficio idílico, pero en realidad es un trabajo muy duro al que nos conduce más el amor por la naturaleza, la inquietud por conocer otros horizontes y culturas, y la pasión por lo que hacemos, que no el dinero o la seguridad.
Cierto que en la naturaleza uno pasa buenos ratos, momentos irrepetibles y experiencias inolvidables. Pero también hay momentos durísimos, descorazonadores, fracasos frustrantes o incluso situaciones realmente peligrosas. Pero las ansias de conocer nuestro planeta y de dar a conocer sus valores al público hacen que todo ello valga la pena. Es la vida que Eulàlia y yo escogimos ya hace años, la libertad, aunque fuera a costa de otros beneficios.
Estas son imágenes de nuestro día a día cuando trabajamos en exteriores. Las imágenes en la oficina de Barcelona, donde pasamos encerrados la mayor parte del año, no vale la pena enseñároslas.